viernes, 22 de octubre de 2010

El diablo en el ojo por Roberto Castán

Existe la tendencia un tanto irracional a considerar a los creadores musicales como literalmente menores. Evidentemente no estoy de acuerdo (ni yo ni muchos, por suerte). Intentaré ejemplificar. Por eso quiero dejar hoy este espacio a Roberto Castán, parte de Trigger y Galáctica, para que ahonde en su respiración descontenta con un relato estrictamente literario en un entorno de escritores y ortodoxos del lenguaje (los que más habitan y visitan este blog). Le abro la puerta al extraño mundo de la literatura. Aunque siempre se lo digo, eres un escritior frustrado, el problema es que yo soy un músico frustrado. "El diablo en el ojo" de todos los que miramos fuera... Espero que cunda el ejemplo y Nick Cave o Cohen no sean sólo anécdotas.


El diablo en el ojo


Aquel hombre era un cuchillo, una noche dentro de un día, una bala entre los ojos, lo más cerca del diablo que jamás haya podido estar.
A ese hombre lo detuve una tarde de octubre en la Iglesia de Santa Catalina mientras se erguía como una estatua tenebrosa sobre la sangre de una niña, encima de una luz que se extinguía en círculos sobre un charco rojo de dolor en reflejos dibujados por el filo de una gélida brisa.

- Él, él me dijo que lo hiciera y… él está llegando.

Aquel hijo de puta me heló la sangre con su mirada mística, con la palidez de su cara sin rostro y con el eco de una voz que casi me hizo creer sus palabras como sólo se cree en las de un santo.
Reaccioné agarrando, todo lo fuerte que pude, su brazo y lo conduje fuera de la iglesia que en la que le había visto matar, no opuso resistencia, podía haberlo hecho, podría haber acabado conmigo sin esfuerzo si se lo hubiera propuesto, pero no lo hizo. Mis músculos eran sólo una masa informe que temblaba al ejecutar su habitual motricidad como un tarro de miel intentando sofocar un fuego mientras el asesino seguía caminando impasible como cordero delante de lobo.


Más que llevarlo, me acompañó él hasta el coche, entró al abrir yo la puerta y me miró a los ojos por última vez y no comprendí nada, como si te dicen que el Big Bang lo creo Mickey Mouse o que Dios creó la nada después del fin de los tiempos… Sólo pude desviar mi mirada y conducir en medio del silencio cuarenta kilómetros por un desierto helado donde las rocas pasaban como luces apagadas flotando con la levedad de la que están hechos los sueños, sólo el vapor salía de nuestros labios y mis nervios dieron paso a un estado de placidez casi familiar al lado de aquel maldito bastardo.
No sé en que momento entró en mí o yo entré en él, sólo sé que todo lo que tenía que cambiar cambió, y dejé de ver al diablo en el ojo ajeno, me sentí seguro y solo como un fantasma, sin nadie a mi lado, solo: aquel… ese… este hombre…

Roberto Castán





[Si no fuera por el rock n´roll ciertas formas de arte serían menos populares y segurían en manos de unos pocos como forma de dominio. Arte popular de asalto. Si no fuera por hombres como Johnny Cash...]


10 comentarios:

  1. Me gusta. Castan & Cash power.

    Audrei.

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  2. Gracias por esta oportunidad! y gracias a todos los que os atrevais a leer este relato.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Me encantaría conocer vuestra interpretación del final del relato

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  5. A Cortazar experimentaba con sus textos como una partitura de Jazz. Creo que es un ejercicio muy interesante.

    Aunque para un relato corto es mejor probar con Grinderman ;)

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  6. castan muy bueno, no sabia yo este don tuyo. todos llevamos el diablo ehhh todosssss, muy bueno el tema que acompaña la lectura

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  7. Toda una posesión y descenso a los infiernos en cinco segundos.
    Sólo le falta estribillo y ya tienes letra.
    ¡Enhorabuena!

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  8. Vamos !!!!!! te pronuncias como un escritor en ciernes..puedes vivir la música y, también, la literatura....!!!Ánimo !!!!!!!!

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  9. El de: "Vamos" es un grito de ánimo desde Torres de Omaña...y saludos a Julio.

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  10. jajajajajajjajajja muchas faltas de ortografía, amigos literatos.

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