miércoles, 9 de junio de 2010

¿Qué hacer ante todo esto?

Creo que el suceso de ayer, el 8-J y sus consecuencias, merece un debate y una reflexión honesta. Veamos los hechos: se convoca una huelga general en el sector público. Utilizando la lógica, por tanto descartando cifras propagandísticas de un lado y otro, los trabajadores de la función pública no tenían pensado ir, especialmente por un gran motivo: ese día perdían del sueldo, lo que sumado al recorte medio del 5% era una sangría importante al final del mes. Resultado: fracaso literal de una huelga, preámbulo de una "posible" de tipo general. El resultado si la hubiera o hubiese, mucho peor todavía. El sector privado no permite huelgas desde hace mucho tiempo, y el que no se haya enterado de eso anda muy despistado.

Hay quien asegura que ya no es efectivo, o que resulta fuera de lugar una huelga. Perdónenme, no estoy de acuerdo. La huelga siempre fue un recurso válido y lo sigue siendo hoy. Fíjense en las revueltas chinas actuales, ya la prensa viene señalando que el ejecutivo chino tiene pensado subir los sueldos. Presión mayoritaria= cambio inevitable. Lo que ocurre es que una huelga requiere dosis de solidaridad que, desgraciadamente, ya no se producen en una sociedad hiperindividualista y poco dada hacia el de al lado. Recuerdo, de niño, una huelga general que paralizó literalmente el país. Existía el apoyo entre trabajadores, crédito de los sindicatos, deseo de salvarse a uno y a los demás. Eran otros tiempos, más ingenuos dirán algunos. Quizá lleve un sesentayochista dentro, pero parecían más idealistas y sinceros (ahora que todas las utopías han caído, no queda nada con lo que soñar, ¿un coche mejor? Ay...). No hay nada peor que no tener sueños.



Personalmente lo veo negro. Sobre todo porque ya no es una cuestión de ideologías simples (se han fundido hasta convertirse en una sola, la del dinero y su culto). El voto probablemente no cambiará nada, porque la toma de decisiones viene de otro lado. Nadie en su sano juicio puede defender una situación como la actual: injusta, insolidaria y sinvergüenza. Pero se soporta, tanto que a algunos les hiere. Hoy a los niños se les dice: no seas tan bueno, piensa en ti. Pero cualquiera que conozca medianamente los sistemas humanos, sabrá que en cuanto una parte no colabora, todo se viene abajo como un castillo de naipes. El fracaso de la huelga de ayer es un gesto más de la indiferencia del dinero hacia nosotros. Ayer fueron los trabajadores del sector público, mañana una reforma laboral sangrienta, pasado, paro masivo y retroceso social de décadas. Hoy, los débiles, están más en peligro que nunca.

Si los que podían presionar no lo hacen, los demás estamos perdidos. Quizá un castigo a los sindicatos, quizá un castigo al ser humano occidental, que ha dejado de confiar en sí mismo. Nunca es buena noticia que nadie pierda derechos o sueldos, pero nos han educado en eso (los medios, la sociedad...). Ayer fueron ellos y la indiferencia de muchísimos (que en el fondo envidian muchas de sus condiciones). Los pasos tienen sentido: primero quien puede hacer fuerza, luego los demás (poniendo en contra ambas partes, para evitar una presión conjunta). Y ojalá me equivocara. Eso claro, o una nueva conciencia global (muy difícil de crear o re-educar). Cuando la gente, la verdad, se conforma con bien poco, unas cañas, un partido y algo de tiempo libre. Pero eso, para algunos (véase Bilderberg y demás cabezas ilustres) les parece demasiado. Y el deseo, ay, es tan insaciable.







[Gary Numan, de cuando el hombre ofrecía culto a la tecnología y las máquinas. Hace poco vi su silueta en la penumbra, parecía de otro planeta]



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