jueves, 29 de abril de 2010

Diccionario del abismo humano

El diccionaro del diablo, de Ambrose Bierce, es un clásico en el sentido más exultante y acertado del término. Es actual, contemporáneo y, muy probablemente, dentro de cien años también lo siga siendo. Mucho, ay, deberían aprender otros de este singular libro: de su mala leche, de su observación puntillosa, de esa forma "no oficial" de entender al hombre y su convivencia con los otros, pero resultando todo siempre enriquecedor. El diccionario del diablo es de ese tipo de actos profundos, sinceros, de ahí su permanencia y su inmutabilidad. De ello, claro, su presencia en un blog en el siglo XXI, diccionario sui generis que los buenos libreros saben rescatar del maremagnum de libros prescindibles o aplazables de la modernidad reciente. Aunque donde destaca sobremanera, a mi juicio, esta obra es en su visión cínica y sarcástica de la vanidad, ay, perfil de toda nuestra mal entendida supervivencia en la realidad.

Extracto de algunas definiciones incluidas en la A (imagínense pues, que les queda por delante):

Aburrido, adj. Dícese del que habla cuando uno quiere que escuche.

Admiración, s. Reconocimiento cortés de la semejanza entre otro y uno mismo.






Recostado en su cama deshecha, un adolescente aspira las últimas caladas de un cigarro babado. Una chica, semidesnuda, acaba de vestirse en el baño contiguo. Parte de la luz artificial del WC llega a la cama. Coloca el cigarro mirando al techo y deja que se apague. Los ladridos de su perro no le inquietan en absoluto. El día parece en calma.




[Hay vida después de los silbidos y la popularidad. Peter Bjorn & John y uno de sus himnos para el atardecer, en el coche o en la soledad inmensa de todos nosotros, los corredores de fondo]


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